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Mostrando entradas de enero, 2019

Los domingos llevan tu nombre.

Culpable de dejar sin texto ni argumento a una poeta que respira palabras, culpable de que cuando apareces mis cicatrices se desvisten para ti, quedándose en carne y vivas. Y mis pies se elevan al ritmo de nuestras miradas, cómplices, lascivas, que consiguen pervertir cada uno de mis miedos, que se follan literalmente letra a letra cada una de las razones por las que prefería el invierno. Porque los domingos llevan tu nombre, porque Cuba seguro que sabe a tu sudor. A ese sol que irradias en la gente, porque no vi mejor faro que tu sonrisa, y es que el mundo es un lugar mucho mejor pitado en tu boca. Culpable de que los vasos sanguíneos de mis mejillas hayan decidido rebelarse y declararse rojos. Que en el momento en el que me miras, existo, y florezco y me vuelvo primavera y hormiguero. Culpable de dejarme sin juicio y ciega como la justicia, porque desde que te vi tengo una venda preciosa adornándome el pecho. Porque hay una flor saliendo de las ruinas. Porque se