Homenaje a Cortazar.

Un día nuevo marca el calendario,
el olor a primavera se cuela por la ventana,
pero hace tiempo que los pájaros empezaron con su canto.
Paseo mis dedos por tu piel y dibujo mapas secretos,
tu nariz, tus cejas, el vaivén de tus mejillas cuando sonríes.
Guardo cada centímetro y lo vuelvo a recorrer con recelo, una y otra vez, como el pintor que teme dejar algún detalle en blanco.
Mi memoria es el lienzo, mis yemas el pincel. Me sonríes, ajena, preguntandote quizás que qué demonios hago. Y yo solo sonrio y callo, mientras sigo en mi cometido como si el tiempo hubiese desaparecido.
Doy paso a tu boca, a su silueta, a la diferencia de textura del borde al centro. La cual dibujo como dibujó Cortazar la que tanto amaba y la veo latir y hacerse cosquillas entre mis yemas.
No soy consciente de cuanto tiempo ha pasado, cierro los ojos y repaso de memoria el mapa que acabo de dibujar.
Pues es en ese mapa, escrito a braille, donde cuando ande perdida, lejos del calor de tu abrazo cerraré los ojos y encontraré en lo que recorrieron mis dedos el camino de vuelta a la felicidad.

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