Verdugos.

Tú y yo saldremos ilesos de esta trinchera.
No puedo decir lo mismo de las esquinas de nuestra ciudad,
huérfanas ahora de besos.
ahora el tiempo no sabrá qué hacer con todos esos segundos que le robábamos,
no volverán los poetas a envidiar las letras que escribí a braille sobre tu espalda.
Todos esos recuerdos que  dejamos de fabricar no habitarán
las estancias de nuestra memoria.
Tú y yo saldremos de esta, sí.
Porque fuimos los verdugos que apretaron sin temblar el gatillo a quemarropa...

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