Homo sapiens.

Habíamos vuelto a hablar el lenguaje animal,
ese que se habla en las cavernas.
Nos entendíamos sin cruzar una palabra,
las palmas de la mano en la pared
y tú versabas por mi espalda.
Habíamos convertido al sofá en mudo testigo de nuestras batallas,
con los ojos a oscuras los roces se agudizaban.
Hablábamos el lenguaje más puro y primitivo,
leíamos las ganas escritas en braille a tientas,
bebíamos la sed de volver a ser salvajes...

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