Noviembre.

Y un día de Noviembre, de los de llevar bien alta la bufanda (para que no se te congelen las orejas) se cruzaron... después de tanto tiempo, después de tantas vueltas a almohadas ajenas.
No hicieron falta las palabras, sus ojos dijeron lo que los labios callaban. Y es que, a veces, una mirada sola basta.

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