Llega Abril.
Palpitar al son del inconstante latir de las estrellas, cíclopes que observan impávidos desde la lejanía del devenir de la razón y sus teoremas.
Sentir el sosiego de quién reposa bajo el abrigo del manantial de tu melena, y escapar, allí enredada de tanto frenesí. Mirarte fijamente con los ojos cerrados y las palmas de las manos abiertas como quién recibe un regalo que no se espera.
Ser el viajero que decide bajarse del tren, descalzo y bajo la lluvia, porque el paisaje que hay frente a él le reclama. Y respirar, empapado, esnifar tu olor y sentir la cosquilla de tu sonrisa en mi nuca...
Eso debe de ser para mi la primavera.
Sentir el sosiego de quién reposa bajo el abrigo del manantial de tu melena, y escapar, allí enredada de tanto frenesí. Mirarte fijamente con los ojos cerrados y las palmas de las manos abiertas como quién recibe un regalo que no se espera.
Ser el viajero que decide bajarse del tren, descalzo y bajo la lluvia, porque el paisaje que hay frente a él le reclama. Y respirar, empapado, esnifar tu olor y sentir la cosquilla de tu sonrisa en mi nuca...
Eso debe de ser para mi la primavera.
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