Seis paradas.

Llovía, de esa lluvia que te cala aunque lleves paraguas. Llegaba apurada al último tren hacia el trabajo. Las manos llenas, paraguas, bolso, gorro que me había quitado pues empezaba a hace calor después de la carrera.
Humedad en el anden, se abren las puertas, un sitio al fondo, el pi-pi-pi de la partida. Tres paradas, cuatro, cinco, ojeo el libro que me he comprado, un hombre ayuda a su mujer con el carro de la compra, un niño juega en el suelo con el móvil de su hermana mayor, una señora al fondo reclama a una chica su educación... "¿no sabes leer? este asiento esta reservado para mayores", todos nos miramos pensando en el alboroto, otros en sus abuelas, otros en la educación...
"A ti no te podría decir eso, tu lees poesía" me dice una voz, la del asiento de al lado. "Es verdad, aunque los carteles no son lo mío" la respondo, risas. Ahora que me fijo, vaya sonrisa, silencio... "al final se lia..." "con la que está cayendo...", tres o cuatro miradas más esquivas, el libro ya no tiene tanta gracia, sonrío, mi estación... "Hasta luego".... "adiós".
Se abren las puertas, miro al exterior, libro, paraguas y su sonrisa... salgo, me quedo parada mientras escucho como se cierran las puertas a mi espalda, ahora sé lo que es dejar marcharse un tren, arranca y tras él arrancan mis piernas.
Supongo que hay historias tan breves como seis paradas.

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