La hora.

Se fue esperando que corriese a por ella y lo único que corrió fue el tiempo entre ellos. Y ahora, vuela más que el viento que azota las playas de su isla desierta, dejó muerto el cuento y el corazón en la maleta. Guarda en cajones bien doblado lo que no merece lástimas, hace tiempo que el lobo dejó de contarle cuentos a Caperucita. Ahora cerró la puerta con llave y tiró el mapa de vuelta, ahora se pinta la cara con carmín de guerra, ahora ya no suenan cantos de sirena sino tambores de revuelta.

(Ahora es hora de que vuelva a reconquistar su ahora).


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