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Mostrando entradas de marzo, 2018

Noche.

La noche a plomo ciñe, opreso el pecho sobre el recuerdo. Mi poemario en la linde de la cama, cuando aún la aurora no ha despertado. Entreabro el  triste cuaderno, cuatro paredones, una ventana y el descalzo suelo. El contacto de cada folio, unos dedos bailando por su filo, un extraño latir brotando en el pecho. No lo pienso... Uno por uno, letra por letra, las derramo ventana abajo. Mi mano resbala por la fría tapa, carente de cuerpo,  una hoja en blanco lo acompaña. La miro así, vacía, muda de tinta, lienzo limpio despojado de toda historia. Y así me veo, y así me reflejo, la luz asoma apenas en la cornisa del vecino. De luciérnagas habrá que llenar el cuaderno, de campos verdes y silencios complices. De abrazos largos y miradas sin malicia, de blancos amaneceres en playas de agua clara, dónde no habite el tiempo ni su idea. Y no ha de haber espacio, ni un margen siquiera, en esa hoja nueva para derramar tintas tristes y llantos en la madrugada. Sol

Jaque mate.

Ahí estaba, inherte, frío, en mitad de las costillas, con un tiro a bocajarro. Y en la faz una leve sonrisa, la sonrisa del preso que, sabiéndose condenado a muerte decide suicidarse un día antes. Había decidido (en un arranque de orgullo, muy suyo) dejarle con las ganas al cerebro de despedirlo, aunque fuese el final su último latido, él había vencido.

Ella.

Era diferente, no le asustaban las caídas, incluso diría que tenía una extraña predisposición a las heridas, tenía casi tantas cicatrices como lunares le adornaban la espalda. Lo que me fascinaba de ella era que cada vez que se caía, se levantaba, se sacudía las rodillas y decía "no ha sido tan grave" y automáticamente pasaba a otra cosa. Era a veces insoportablemente incontrolable, un torbellino, una suave brisa que de repente desembocaba en huracán, y que bien cuando sus rachas azotaban las sábanas de mi cama. Era verano, primavera e invierno en una sola persona, un desierto capaz de ahogarte en polvo o el manantial donde reposar el alma cansada, era batalla y tregua, mentira y verdad, era la jodida vida misma. Cuando reía sabías que lo hacía desde las tripas, de verdad, como solo saben hacerlo los niños, era tan de verdad que el día que dijo que se marchaba desee que fuese como el resto, simple, sumisa, reflejo de esta sociedad, desee encontrar en sus ojos un atisbo de su

David y Goliat.

Siempre me sentía David, pequeña, menuda, frágil ante su Goliat. Supongo que nadie, incluso tú, dabas un duro porque venciese la batalla. que al final me puediese sobreponer al huracán que causaba tu presencia en mis tripas. También supongo, que como diría David en su tiempo, un día me dije "a tomar por culo con todo" y mi pequeñez acertó de lleno en tu ego. Y caíste, como Goliat, por tener segura la batalla. Y vencí, como David, por no tener miedo de perder nada.

Viernes.

La chica de sonrisa de Don Juan, sus ojos esconden más cosas de las que se puedan contar con un par de cañas, quizás sea ese su secreto, es un iceberg que vale la pena bucear. Ha visto más tocado y hundido de los que quisiera, pero sigue poniéndose la música bien alta e imaginando que alguien llegará un día para derribar todos esos inviernos.  Hoy se vestirá de fiesta, dejando los sueños guardados por unas horas bajo el edredón. Toca salir, unas cañas y un poco de música moderna. Unos cuantos chupitos de Thunder y unas risas con sus amigas. El aire de los viernes sienta mejor si es en buena compañía, mañana el mundo seguirá igual, por hoy le vale con soñar que alguien la sacará a bailar aunque no sepa.

Consejos sabios.

Mi abuela me enseñó que no hay que mirar las cosas que dejamos atrás. El lugar dónde fuiste feliz es sólo eso, sólo un lugar que pertenece al tiempo del recuerdo, el cual ya tiene sus protagonistas y un tiempo. Por mucho que duela, hay equipajes que es mejor abandonar en la estación de tren porque retrasan el paso. Así que, levanta la cabeza, paso firme y hacia delante.

Microcuento:

Y sólo respondió: "vámonos" y fue el poema más corto que escuché jamás. Y por un momento no me hizo falta comerme el mundo entero porque el mundo entero me quería comer a mi. Ese podría ser el fin, pero fue el principio de todo.

Carta de despido.

Hoy me follé tu recuerdo. Fuerte, salvaje, contra la pared,  como tú solías hacerlo. Le di el homenaje que te merecías antes de abrirle la puerta y despedirlo. Todo el tiempo que pensé en ti se lo di como finiquito,  las canciones que me jodiste (y ya no escucho), las madrugadas que tenía que pasar abrazada a tu ausencia, las ganas guardadas y los faltas de más. Me arranqué el sabor que dejaban tus labios en mis abrazos  y le vestí con ello. Hoy le follé en recuerdo a todas las mariposas caídas en batalla  y que vomito cada vez que intento ahogarte en ron y acabo por el suelo y con el rímel corrido. Una carta de recomendación "Vete, entrégasela a su dueño". con una foto en blanco y un billete al centro del olvido.  Hoy me cansé de extrañarte teniéndole aquí dentro viviendo conmigo y que tú no hicieses lo mismo. Así que, ahí te lo mando, tú veras lo que haces con él,  estoy de reforma y ya no tengo ya sitio dónde guardarlo.

Hoy.

Ser tu guerra todas las noches, tu bandera blanca cada madrugada.

8 Rojo.

Aposté por ti hasta que no me quedaron sentimientos en el bolsillo.

Día 1 :

Se cierran las puertas del tren, se abre el mundo entero ante mis ojos.

Homo sapiens.

Habíamos vuelto a hablar el lenguaje animal, ese que se habla en las cavernas. Nos entendíamos sin cruzar una palabra, las palmas de la mano en la pared y tú versabas por mi espalda. Habíamos convertido al sofá en mudo testigo de nuestras batallas, con los ojos a oscuras los roces se agudizaban. Hablábamos el lenguaje más puro y primitivo, leíamos las ganas escritas en braille a tientas, bebíamos la sed de volver a ser salvajes...

Trincheras.

Tenía esa mirada, ese tipo de mirada de quién ha sobrevivido sólo en esta ciudad de cristales rotos, hacías bien en no fiarte de ella. No era siempre, igual podía estar días vistiendo la piel de animal social, entonces (en un parpadeo segundo) lo veías, ese brillo que vislumbras en los animales salvajes, esa sed de vida, esa sensación de que sus ojos habían visto más de lo que debían, esa mirada de quién ha visto la caída de frente  y ha sobrevivido a todas sus heridas. Era aquello que te decía que no te acercases su verdadero atractivo, como el que desea acariciar el pelo de una pantera aún sabiendo que en cualquier momento perdería su brazo entero. Era irreverente, salvaje, libre, quería vivir, correr, saltar, volar, probar todos los sabores, protestar, enseñar los dientes, era impredecible y tú... tú tenías miedo, miedo de que algún día te arrancase el corazón de cuajo, miedo de que algún día decidiese volver a ser sauvage y dejarte en tu jaula de cristal. Porque una fiera co

Seis paradas.

Llovía, de esa lluvia que te cala aunque lleves paraguas. Llegaba apurada al último tren hacia el trabajo. Las manos llenas, paraguas, bolso, gorro que me había quitado pues empezaba a hace calor después de la carrera. Humedad en el anden, se abren las puertas, un sitio al fondo, el pi-pi-pi de la partida. Tres paradas, cuatro, cinco, ojeo el libro que me he comprado, un hombre ayuda a su mujer con el carro de la compra, un niño juega en el suelo con el móvil de su hermana mayor, una señora al fondo reclama a una chica su educación... "¿no sabes leer? este asiento esta reservado para mayores", todos nos miramos pensando en el alboroto, otros en sus abuelas, otros en la educación... "A ti no te podría decir eso, tu lees poesía" me dice una voz, la del asiento de al lado. "Es verdad, aunque los carteles no son lo mío" la respondo, risas. Ahora que me fijo, vaya sonrisa, silencio... "al final se lia..." "con la que está cayendo...", tres

Sal (de mi vida) y limón

Note engañes. Quizás no te duela. Quizás no te escueza el pecho ese instante en el que la veas irse. Quizás todavía tengas el sabor de sus labios en la nuca. Picará en el momento en el que creas ver su sonrisa entre la gente, el momento en el que suene esa canción que siempre tarareaba y escribas y no haya respuesta, sólo un "en línea y espera". Escocerá una madrugada cualquiera que te gires y creas oler su perfume en la almohada. no te engañes, el olvido y el amor son así de hijos de puta... Te clavarán el puñal en las costillas cuando ya no tengas cura.

Principio del fin

Sabes que se acaba cuando empiezas a escribir:                                                                                                                                       "¿nos vemos?" Piensas. y dejas el dedo en la tecla de borrar...                                                                             ¿nos vemos                                                                                nos vemo                                                                                  nos vem                                                                                   nos ve                                                                                     nos v                                                                                       nos                                                                                         no ...

Microcuento.

Un día probé a darte lo que me dabas, no volvimos a vernos jamás.                                                                                                               Fin.

Historia de un héroe.

Imagen
Este es un cuento real, un cuento en el que hay una bruja malvada y un pequeño héroe, un cuento en el que parece que, como pasa con la vida misma, los malvados son los que ganan. Este cuento tiene un final triste, al final Goliat pudo con el pequeño David, al final la fuerza pudo con la valentía, al final un pequeño pez se quedó sin oxigeno fuera de la orilla... pero en este cuento el final no es lo que importa sino lo importante es la moraleja. Entregaste tu vida, como lo hacen los héroes de verdad algunas veces para derrotar a los villanos, entregaste tu sonrisa porque no tuviste otra elección, porque no te dejaron otra salida, tú no tuviste elección pero nos la enseñaste a nosotros. Nos enseñaste que en estas ciudades grises, en esta sociedad de egoísmo, en una sociedad en la que la humanidad se desvanece entre la gente como lo hace el agua de mar entre las manos todavía queda esperanza, nos enseñaste que unidos podemos conseguir nadar más rápido que los delfines, que la human

Día 1.

Llegará un día en el que cojas el móvil y le escribas un. "¿Hola, que tal?", como el que baja todos los  días a comprar el pan, como el que juega una partida que sabe que va a ganar. Llegará un día en que apetezcan sus abrazos eternos, sin esperas ni escusas. Llegará ese día en el que escribas, seguro, firme, sin prisas, porque sabes que llega. Y entonces, ese día, su silencio te responderá:                                                                                                             "Me cansé de ser gilipollas".

04:41

Apareciste y mi insomnio por fin tuvo su razón de ser. Esta vez tenía ojeras que no se llamaban soledad.

"escribiendo..."

Domingo: Día de superar resacas, de anécdotas con los amigos, de despertar en camas ajenas reclamando al olvido. Día de comida precocinada, pedimos chino y ya veremos. Sobre todo, día de mirar el móvil deseando verte en linea y                                                                                                              "escribiendo"...

Princesa.

La princesa que encerró al príncipe en un torreón por querer matar al dragón. Lo eligió a él, no por sus castillos ni alajas, él tenía algo que los demás no... Alas.

Simple.

Y después de escribir y borrar mil veces, buscando la mejor forma de ponerlo... entendí que no podía darle más vueltas, que era mucho más simple que eso, tan simple como que hoy te mordería la sonrisa mil veces más. Tan simple cómo jugar a peli, manta y sofá y acabar empapados en ganas. Como verte dormir y robarle cinco minutos más a la madrugada, tan simple como estas letras pero que sin embargo, dicen tantas cosas...

Roma.

Es curioso como a veces el amor se convierte en planta. Si no lo riegas se vuelve mustio, no desaparece y se convierte en ceniza por arte de magia, sino que se desvanece al principio imperceptiblemente convirtiendo un campo de ilusiones en un jardín desolado. Y aquí estoy, viendo tu sonrisa marchitar poco a poco, quizá fuese el invierno el asesino confieso o fuese la cal que me dabas la que se convirtió en tu abono, quizá tanta agua salada derramada sobre mi tierra. Miro lo que queda de ese campo santo como el que mira ruinas romanas intentando imaginar su antaño esplendor. Justo estoy plantada , aquí, entre tanta hojarasca inserviblemente seca ya, abrumada por mi inquietante indiferencia al abandono, al regalar indiscriminado de sus flores a transeúntes ajenos a todo lo que me costó, al pisar de su suelo... viendo amanecer y pensando en que no sirve de nada intentar atisbar el momento exacto en el que dejó de ser Edén de madrugadas y buscando al mejor comprador antes de que pase a n

Llega Abril.

Palpitar al son del inconstante latir de las estrellas, cíclopes que observan impávidos desde la lejanía del devenir de la razón y sus teoremas. Sentir el sosiego de quién reposa bajo el abrigo del manantial de tu melena, y escapar, allí enredada de tanto frenesí. Mirarte fijamente con los ojos cerrados y las palmas de las manos abiertas como quién recibe un regalo que no se espera. Ser el viajero que decide bajarse del tren, descalzo y bajo la lluvia, porque el paisaje que hay frente a él le reclama. Y respirar, empapado, esnifar tu olor y sentir la cosquilla de tu sonrisa en mi nuca... Eso debe de ser para mi la primavera.

No es un día.

Esclavas, sumisas, pantalones, putas a conveniencia, sociedad, propiedad, escarlata, cinturón de castidad, ablación, lapidación, sueldo, abuso, "se lo había buscado", sexo débil, zorra, buscona, marimacho, trabajo, voto, opinión, universidad, color rosa, matrimonio a conveniencia, no elección, 1911, derechos, diferencias, Alexandra Kollontai... no son sólo palabras, NO es sólo un día. 8 de Marzo, porque fueron (se dejaron la vida en que seamos) somos, porque somos serán.

Musa.

Y ahí, entre el fango, henchida de duelo, en la verticalidad de la caída, ante los ojos tinieblas y con la venda tensando cada vez más alrededor de mi garganta con cada inspiración que intentaba dar... encontré a mi musa.

Betadine.

Pudiste ser tirita pero preferiste ser cicatriz, se te olvidó que sólo las visten aquellos que vuelven de la guerra. Y aquí estoy, mirándola y contando como te sobreviví.

Parte 2.

He estado dando todo...                                     (Así es cómo empezaría...                                                                           y  ya sabemos como acaba:                                                                                           YO con el corazón roto                                                                                                           y                                                                                            TÚ sin una magulladura.) ¡Pues no! esta vez no, no pienso dar más, ni una pestaña, ni un leve movimiento de mi uña del dedo meñique. A la mierda todo, tus ojos, tu forma de hablarme, las risas, a la mierda la puta verdad que sólo yo quise creerme. Quédate con la venda (prefiero andar a tientas), tus mentiras adobadas, tus tiempos de arena y toda esa historia que me vendiste a ver si alguien te la compra en rebajas. A la mierda lo correcto, lo pacíficamente establecido, a la mierda la cort

Caso real.

Ayer hubo tormenta en Madrid, de las que hacía tiempo que no había.  Al volver a casa ví una de mis macetas tiradas en el suelo de la terraza (¡Vaya! justo la que acababa de comprar... rosa palo con jazmines dentro, el día que la compré la puse con toda la ilusión en el centro de la mesa). Ahora, ahí estaba, y yo mirándola desde arriba, hecha pedazos en el suelo con la lluvia empapándola. Y ahí sigue (hoy), la he dejado, no me atrevo a recoger su triste cadáver, ahí sigue en el sitio de ayer todavía a la intemperie. Me recuerda tanto a como rompes tú que me da miedo tocarla no vaya a ser que se rompa por completo.

Alive.

Es curioso como somos capaces de forjar durante toda una vida sueños para después asesinarlos a sangre fría por un puesto estable dentro del engranaje. Dejar sus cadáveres en medio del salón, expuestos como si fuesen trofeos antiguos, parte de alguna colección. Me pregunto en qué momento decidimos dejar que el miedo nos infectase y navegar a la deriva con el tiempo que le pedimos a alguien guardado en el bolsillo, rumbo directo y a toda vela a isla resignación. He visto verdaderos agujeros negros en el pecho vender amor en la teletienda, traficar con gramos de confianza, rebajar, regalar, usar, tirar y remendar latidos y emociones como si se tratase del mejor LSD. Jurar en vano una eternidad sabiendo que durará menos que lo que dura la vida de una mariposa, convertir a sus musas en prostitutas por algo mejor bajo el edredón. Cuerpos nuevos y sin estrenar, la curiosidad siempre acabó por matar al gato y al ratón. He visto habitar la oscuridad y la mentira bajo la cama, les he abier